
La mañana en Pamplona comenzó de manera inusualmente animada: antes del amanecer, decenas de personas se reunieron frente al edificio del gobierno de Navarra. Todos esperaban la llegada de la heredera al trono español, quien visitaba oficialmente la región por primera vez para participar en una intensa agenda dedicada a su nuevo estatus como princesa de Viana.
Leonor llegó acompañada de sus padres y de inmediato se convirtió en el centro de atención. Durante dos días debía conocer cinco ciudades, cada una de ellas vinculada a la historia de la corona española. Pamplona, Viana, Leyre, Olite y Tudela: estos nombres ahora están firmemente grabados en la biografía de la joven princesa.
En la capital navarra, tras un breve paseo por la plaza y saludos a los habitantes, la familia real se reunió con el gobierno autonómico. En la sala, cuyas paredes están decoradas con retratos de 36 monarcas navarros, Leonor examinaba detenidamente los detalles, como si buscara en el pasado de su familia. Allí mismo le mostraron el documento original que en el siglo XV instituyó el título de Príncipe de Viana. Según testigos, este momento le causó una gran impresión.
Luego, la ruta continuó hacia Viana, donde la festividad se percibía literalmente en el aire. Los habitantes locales, reunidos en la plaza central, recibieron a la invitada con un entusiasmo especial. Leonor no se limitó a los encuentros formales: recorrió las calles, conversó con los vecinos, visitó edificios históricos y, en la iglesia de San Pedro, contempló una exposición dedicada al seiscientos aniversario del título. Ese día, todos querían estrechar la mano de la princesa o al menos verla de cerca.
Por la tarde, la familia real se dirigió al monasterio de Leyre, donde los recibieron los monjes cistercienses. Allí, entre muros ancestrales, sonó un coro gregoriano y los anfitriones obsequiaron a los invitados con la primera botella de ginebra del monasterio. El contraste entre lo espiritual y lo terrenal dio al evento una atmósfera especial. Al día siguiente, Leonor continuó profundizando en la historia de la región visitando Olite y Tudela, para comprender mejor cómo el pasado de Navarra se conecta con la España actual.





