
La mañana del martes en la costa de Cataluña comenzó con una señal de alarma: en la vela de una antigua embarcación, que se balanceaba a siete kilómetros de Arenys de Mar, se leía en grande: «Hungry and need water». Los que pasaban en lancha no pudieron ignorar este llamado de auxilio y avisaron de inmediato a los equipos de rescate.
Cuando el equipo de rescate se acercó, reconocieron al instante la embarcación y a su capitán. El francés, de 59 años, no era la primera vez que se encontraba en el centro de historias similares. Su barco, apenas a flote, se ha convertido en su hogar y medio de transporte por el mar desde mayo. En esta ocasión, el hombre pasó seis días en mar abierto sin poder gobernar la nave debido a una grave avería eléctrica. Su estado preocupaba y se requirió la intervención de los servicios médicos.
En las imágenes tomadas tras remolcar la embarcación al puerto de Arenys de Mar, se ve al hombre sin camisa, la piel quemada por el sol, visiblemente agotado. Ya en tierra, fue examinado de inmediato por los médicos y trasladado al hospital de Mataró con síntomas de deshidratación.
La historia de este marinero comenzó aún en mayo, cuando las autoridades francesas lanzaron la alerta: la embarcación «Esteban» (Esteban) había zarpado de Cap d’Agde rumbo a Barcelona, sin cumplir los requisitos de seguridad. Ya el 16 de mayo fue rescatada por primera vez frente a la costa de Girona y remolcada hasta Palamós. Dos semanas después, la embarcación volvió a tener problemas y encalló en la playa. Entonces, el capitán se negó a abandonar el barco y sólo aceptó el remolque tras largas negociaciones.
Más tarde, la embarcación fue detenida en Calonge, donde se descubrió que no era apta para la navegación: no tenía motor, timón ni siquiera electricidad. El barco fue enviado a Roses para ser reparado, pero al cabo de un tiempo volvió a salir al mar, de nuevo en estado precario.
El último incidente fue el más grave: la embarcación estaba prácticamente destruida, había agua en su interior y el capitán la manejaba manualmente, utilizando un sistema casero con peso para poder cambiar mínimamente el rumbo. Nadie entiende aún cómo ni por qué el francés sigue saliendo al mar una y otra vez en este barco. Lo llaman «el marinero sin hogar»: alguien que no se rinde a pesar de todas las dificultades.
Actualmente, el «Esteban» está atracado en el puerto de Arenys de Mar y su propietario decide qué hacer a continuación. Las preguntas sobre sus motivos y su futuro siguen sin respuesta, y los servicios locales ya no se sorprenden si ven nuevamente este velero en alta mar.




