
El ministro de Política Territorial y Memoria Histórica, Ángel Víctor Torres, vuelve a estar en el foco mediático tras la publicación de un informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. El documento se refiere a la compra de material sanitario en pleno auge de la pandemia, y sus conclusiones no han logrado disipar las sospechas sobre posibles tramas de corrupción. Aunque el ministro ha insistido en su honestidad, la opinión pública sigue siendo cautelosa.
En los últimos días, el debate en torno a la figura de Torres no ha dejado de crecer. Su insistencia en que el informe no aporta pruebas de irregularidades no ha convencido a sus detractores. El ministro asegura que no tuvo relación con la elección de los proveedores ni participó en la adjudicación de los contratos. Sin embargo, los detalles que han salido a la luz durante la investigación despiertan nuevas preguntas entre periodistas y políticos.
Koldo y las conexiones ocultas
Especial atención ha suscitado el papel de Koldo, asesor del exministro de Transportes. Fue precisamente a través de él como Torres conoció al empresario Aldama, vinculado al suministro de mascarillas. El ministro sostiene que el encuentro se produjo en un restaurante de Madrid y que su implicación se limitó simplemente a una presentación. Aun así, este tipo de intermediación genera desconfianza en muchos sectores. ¿Por qué las cuestiones de pago no se resolvieron directamente con el ministerio, sino a través del asesor? Este aspecto sigue sin aclararse y provoca perplejidad.
Los críticos señalan que el líder regional prefirió tratar cuestiones financieras con una persona sin autoridad oficial en lugar de acudir a los organismos competentes. Esta práctica resulta inusual y mina la confianza en la transparencia del proceso. Por su parte, Torres insiste en que sus acciones estuvieron motivadas por las circunstancias y que no pudo prever posibles irregularidades.
Preguntas sin respuesta
Aunque no existen pruebas directas de culpabilidad, en la sociedad persiste la sensación de que la situación requiere una investigación más exhaustiva. Muchos se preguntan por qué el ministro no mostró mayor vigilancia cuando surgieron figuras sospechosas en torno a las compras. Da la impresión de que, incluso si Torres no infringió la ley, fue poco cauteloso, lo que podría haber facilitado abusos.
Mientras el ministro sigue en el cargo y la investigación no concluye, el escándalo por la compra de productos sanitarios no pierde fuerza. La ciudadanía espera nuevos detalles, y la oposición aprovecha la coyuntura para aumentar la presión sobre el gobierno. La duda sobre si Torres realmente desconocía lo que ocurría sigue sin resolverse.






