
En la era digital actual, los padres cuentan con una herramienta tentadora: la posibilidad de rastrear cada movimiento de sus hijos mediante aplicaciones de geolocalización. A primera vista, esto parece la solución perfecta para garantizar la seguridad y la tranquilidad familiar. Sin embargo, reconocidos expertos en psicología infantil advierten sobre las consecuencias ocultas de este control total, que puede afectar negativamente el desarrollo personal del niño.
Por supuesto, el uso de rastreadores también tiene sus ventajas. Para los niños más pequeños, puede ser una especie de primer paso hacia la autonomía. Por ejemplo, los padres pueden permitir que su hijo vaya solo por primera vez a la tienda de la esquina a comprar pan, sabiendo que, en caso de necesidad, podrán localizarlo fácilmente. Es una medida preventiva que ayuda a evitar peligros evidentes y brinda a los niños la oportunidad de ampliar poco a poco los límites de su mundo dentro de un entorno seguro.
¿Pero cuál es el lado negativo? La supervisión constante priva a los niños de la necesidad de aprender a resolver problemas por sí mismos. Los psicólogos señalan que este tipo de sobreprotección frena el desarrollo de la autonomía. Un niño acostumbrado a que siempre lo puedan ‘encontrar’ no aprenderá a orientarse, a preguntar direcciones si se pierde o a tomar decisiones por sí mismo en situaciones imprevistas. En vez de fomentar la iniciativa y la seguridad en sí mismo, acaba dependiendo de la tecnología y de la intervención de sus padres.
La pregunta clave que todo padre debe hacerse es: ¿me mueve una preocupación genuina por la seguridad o un deseo de controlarlo todo? La línea entre ambos conceptos es muy fina. Si para los más pequeños un rastreador es una herramienta de seguridad, a medida que el niño crece, suele convertirse en un instrumento de vigilancia. La necesidad de saber dónde está el adolescente en todo momento ya no responde tanto a la seguridad, sino a la desconfianza y a la voluntad de tenerlo bajo control absoluto.
Este enfoque genera en niños y adolescentes una visión distorsionada de la realidad. Crecen con una falsa sensación de seguridad, convencidos de que los adultos resolverán cualquier problema. Esto afecta negativamente a su autoestima, ya que es precisamente la capacidad de superar dificultades y lograr objetivos por sí mismos lo que les da confianza y fortalece su carácter. El niño se ve privado de la satisfacción que aportan los pequeños logros personales, fundamentales para su desarrollo equilibrado.
Antes de instalar una aplicación de rastreo en el teléfono de tu hijo, los expertos aconsejan valorar varios puntos importantes. En primer lugar, es fundamental dialogar con el menor y explicarle tus razones. En segundo lugar, ten en cuenta la edad: cuanto mayor es el niño, más libertad y confianza necesita. Permítele equivocarse y aprender de sus propios errores; es una parte esencial del crecimiento. Y, por último, sé honesto contigo mismo: ¿realmente necesitas la geolocalización o es solo una manera de calmar tu propia ansiedad? A veces basta con una simple regla como “llámame si pasa algo” y una relación basada en la confianza.






