
A solo una hora en coche del bullicioso megapoli, uno se adentra en una realidad completamente distinta, donde el aire huele a hojas húmedas y un manto dorado cruje bajo los pies. En las montañas de la Sierra Norte, a los pies de la Sierra de la Morcuera, se extiende una masa forestal que muchos habitantes de la capital española aún no han descubierto. Durante el cambio de estación, el lugar se convierte en un auténtico espectáculo, tiñéndose de miles de tonos amarillos y bermellones.
Se trata del Abedular de Canencia, un verdadero tesoro natural situado cerca del puerto homónimo. Se le llama “el bosque isleño”: es un relicto, un fragmento de ecosistemas más característicos del norte de Europa, que se ha conservado aquí gracias a unas condiciones climáticas especiales. Abedules, acebos, tejos y cerezos forman una paleta única que destaca entre los paisajes habituales de la zona central de la península Ibérica.
La ruta comienza en la zona recreativa del puerto de Canencia, un lugar ideal para dejar el coche y prepararse para una caminata entre pinos. Desde aquí, un camino forestal conduce al antiguo centro de educación ambiental El Hornillo. Incluso antes de llegar, los excursionistas se sorprenden por varios ejemplares de abeto de Douglas, una especie introducida que contrasta visiblemente con la flora local y aporta un toque exótico al paisaje. El sendero, conocido como Senda del Arroyo del Sestil del Maillo, forma una ruta circular que varía entre 4,5 y 7,6 kilómetros, según la variante elegida. El recorrido lleva entre una hora y media y dos horas y media, y no requiere preparación especial, lo que lo hace accesible para personas de todas las edades.
A pocos metros después de los abetos se encuentra uno de los lugares más fotografiados: el mirador junto a la cascada Chorrera de Mojonavalle. El agua cae por las rocas cubiertas de helechos, creando en un entorno de tonos dorados y rojizos una atmósfera verdaderamente mágica. Desde aquí, el sendero gira a la derecha y desciende suavemente por la ladera hasta el corazón mismo del bosque de abedules. Muchos ni siquiera sospechan que tan cerca de su hogar existe tanta belleza, donde es posible perderse entre las hojas caídas bajo el constante susurro del agua.
Se puede llegar a este rincón escondido por la carretera M-629, que une Miraflores de la Sierra y Canencia. Desde la autopista M-607, basta con desviarse en dirección a Soto del Real y continuar por la M-611 hasta la salida hacia el puerto. Para quienes prefieren el transporte público, existe la opción de tomar el autobús nº 725 desde la Plaza de Castilla de Madrid hasta Miraflores de la Sierra y, desde allí, tomar un taxi hasta el inicio del sendero.






