
Escándalo en la sanidad andaluza: miles de solicitudes para pruebas diagnósticas como resonancias, ecografías y TAC están siendo rechazadas sin que ni los pacientes ni sus médicos sean informados. Esta práctica afecta ya a varias provincias de la región y ha provocado retrasos graves tanto en los diagnósticos como en el inicio de tratamientos.
El motivo está en el intento de las autoridades regionales de gestionar las largas listas de espera. Por ejemplo, solo en Huelva, a finales de junio, quedaban casi 40.000 pruebas pendientes. Así, los pacientes pasan meses esperando, convencidos de que pronto les harán los análisis, cuando en realidad sus solicitudes ya han sido rechazadas por el sistema.
La situación es especialmente grave en los hospitales con las colas más largas. Allí, el rechazo de pruebas diagnósticas se ha convertido en algo habitual y los pacientes se ven obligados a acudir a clínicas privadas para no perder tiempo ni poner en riesgo su salud. Todo esto incrementa el gasto de las familias y profundiza la desigualdad social en el acceso a la atención médica.
Médicos saturados y notificaciones que no funcionan
El sistema de notificaciones, diseñado para informar a los médicos sobre el estado de las solicitudes, prácticamente no funciona. Los médicos están saturados: cada día deben revisar decenas de avisos, entre los que es fácil pasar por alto mensajes importantes sobre rechazos de estudios. Si el médico está de vacaciones o de baja médica, la información simplemente se pierde. Los pacientes solo descubren el problema meses después, cuando vuelven a consulta y se quejan por la falta de resultados.
En algunos casos, se trata de pruebas vitales, por ejemplo, ante la sospecha de tumores o enfermedades crónicas graves. Los retrasos en estos casos pueden empeorar el estado del paciente e incluso conllevar consecuencias irreversibles. En ciertos hospitales, los retrasos con mamografías ya han provocado desenlaces trágicos, ya que la enfermedad avanzó sin ser detectada.
Médicos rechazan las nuevas normas y la sobrecarga
Las autoridades exigen que los médicos revisen y justifiquen cada solicitud de prueba, especialmente si fue presentada en años anteriores. En algunas zonas, como Cádiz y Huelva, los profesionales deben comprobar manualmente decenas de casos para confirmar que las pruebas solicitadas siguen siendo pertinentes. Sin embargo, la mayoría considera estos requisitos excesivos y se opone a la carga adicional, sobre todo en plena temporada de vacaciones, cuando el número de pacientes por médico aumenta drásticamente.
Como resultado, muchas solicitudes quedan estancadas y los pacientes no reciben las pruebas médicas que necesitan. Además, las garantías oficiales sobre los plazos para realizar los estudios no se cumplen en la práctica: los pacientes que esperan desde 2023 ya no entran dentro de las normativas vigentes.
Listas de espera ocultas y falta de transparencia
Desde 2019, las autoridades regionales dejaron de publicar datos oficiales sobre la longitud de las listas de espera para pruebas diagnósticas. Esto dificulta controlar la situación y no permite a los pacientes valorar objetivamente sus posibilidades de recibir atención médica a tiempo. El gobierno promete facilitar esta información, pero lo hace de manera reticente y con muchas reservas.
Mientras no se reforme el sistema, miles de residentes de Andalucía siguen viviendo en la incertidumbre, sin saber si recibirán o no los exámenes médicos necesarios y cuándo ocurrirá. Para muchos esto supone no solo la pérdida de tiempo, sino también un riesgo para su salud que ni siquiera pueden compensar acudiendo a clínicas privadas.






